“Más que amigos, Briatore es una familia. Y la familia que toca unida, permanece unida.” (Fabí (Briatore))
Este grupo marbellí empezó con varios amigos reuniéndose para disfrutar haciendo música juntos, y en poco tiempo consiguieron hacerse un nombre en la escena musical alternativa de la ciudad. La banda está formada por Federico Vallés (teclados, voz), Billy (guitarra), Fabí (guitarra, voz), Shavea (bateria) y Tete (bajo). Iniciaron su andadura en 2007 con una maqueta en Internet, y a sus espaldas llevan ya dos discos, A way of life y Wake up!. Han actuado por toda la geografía nacional, y con una mezcla de buen rollo, talento y ganas, representan ese lado alternativo de Marbella que poca gente conoce.
Hablamos con Fabí, vocalista y guitarrista:
Briatore, como todos los grupos de los que hemos formado parte desde nuestros tiempos de instituto, tiene como base los gustos compartidos y, sobre todo, la amistad. Nuestra afición a montar bandas de rock comienza a la edad de 16 años aproximadamente. A mediados y finales de los ochenta Marbella era un hervidero de grupos y locales de música en directo, movida local que dio que hablar a nivel nacional: después de Granada, Marbella era la ciudad andaluza con más grupos de rock.
Seis amigos entramos en esa dinámica tan divertida, formamos un grupo y tuvimos la suerte de llenar los locales desde el comienzo. Al poco tiempo formamos parte de un doble disco recopilatorio llamado Marbepop, con muchos grupos locales. Llamamos la atención de algunas compañías y estrenamos los noventa con un disco en solitario que grabamos en Madrid. Eran tiempos de un grupo muy divertido que se llamaba La leshe que mamate (expresión muy local) y que tuvo cierta repercusión (gira, televisión, 40 Principales…). Ese grupo tuvo pocos años de vida, entre otras cosas porque nos dedicamos a nuestras carreras universitarias, trabajos, parejas y esa serie de cosas que se llaman vida.
Algo después reapareció el gusanillo, y llegarían otros proyectos con mayor o menor suerte: Los Talones (banda que grabó un par de discos), Plan 9 (grabó pero no editó), etc. En el año 2007, cuando ya parecía que todo quedaría en batallitas y recuerdos de juventud, tres amigos de esa época de instituto, más otros dos amigos afines en cuanto a gustos musicales, estética y aficiones comunes (scooters, cómics, cine, moda…) que se incorporaron decidimos hacer una música que se basase en nuestros gustos, sin pretensiones: una vuelta a las raíces en cuanto a sonidos crudos y esquemas de canciones basadas en las clásicas estructuras de las canciones de los 60. Y quizá, por no buscar éxito alguno sino diversión, nos fue bien: hablo de Briatore. Hubo un lapsus en el 2011 para homenajear nuestro grupo inicial (La Leshe), con una gran fiesta-concierto en Marbella que fue todo un éxito de asistencia y gozó de mucha repercusión mediática, y que fue acompañado de un documental y una novela biográfica. Un paréntesis, y Briatore siguió con su vida propia.
La historia es curiosa, y tiene su punto de ironía. A los cinco nos encantan la sonoridad y cultura italianas, especialmente el cine y la música de los 60, además de la Vespa, la Lambretta y cierto tipo de ropa; resumiendo, nos parece que cierta época italiana fue muy glamurosa, con una exquisita decadencia y con mucha clase, por lo que comenzamos un brainstorming en busca del nombre perdido, pero… no nos convencía ninguno. Apareció el de Briatore, que, en efecto, sonaba italiano, compacto, vigoroso… Pero hubo dudas. Alguien bromeó sobre el estilo bon vivant del magnate que responde a dicho nombre, incluso alguno hizo alusión a sus excesos o a la joven y guapa novia, un silencio y las risas posteriores hicieron el resto. Sí, Briatore sonaba bien.
Un amigo mío, profesor y doctor en Historia, era compañero en el colegio en que trabajaba por entonces. Por esa época había voces que nos invitaban a retomar el grupo con el que comenzamos en esta historia de la música, La Leshe, pues la nostalgia es un poderoso, y peligroso, motor. Mi amigo me convenció: «No seas tonto, el rollo revival acaba siendo patético, anímate con otro proyecto». Y sus palabras me hicieron pensar. Mucho. Hablé con mis dos amigos de infancia (el teclista y el batería) y nos animamos con una nueva aventura. Otro guitarrista y el bajista completaron el quinteto. El 07/07/07 mi amigo, por entonces L’Avalanche y ahora Alexandre Lacaze en solitario, tocaba en un bar de Marbella llamdo Dublín y nos metió en el cartel. Apenas teníamos tres canciones propias, pero completamos un setlist con versiones de grupos que nos gustaban e inspiraban… y en el local esa noche no cupo un alma. Semanas después las dos bandas estábamos tocando en Malasaña. Conclusión: el camino parecía acertado. Se graba una maqueta, se publica en MySpace y en poco tiempo tenemos miles de seguidores de toda España, y de fuera del país. Ventajas de las redes sociales: una década antes la promo consistía en grabar una cinta casete y enviarla por correo. Prehistoria reciente, real como la vida misma. Hoy en día es muy fácil darte a conocer, eso sí, la competencia es infinita.
Precisamente esa era la maqueta a la que hacía alusión. Grabamos cinco temas en formato directo. Una gran experiencia. Nuestros dos amigos apenas tenían experiencia grabando, especialmente el bajista, por lo que, para evitar presión, decidimos meternos en la pecera y tocar todos a la vez, frente al formato habitual de grabación por separado y mezcla de pistas posterior. El resultado sonaba auténtico, muy sixties. Nos gustó mucho. Se grabó en un estudio montado en una preciosa casa de campo en Estepona, rollo muy hippie, y lo pasamos bomba (tónica común en nuestras grabaciones y conciertos). En diversos foros corrió como la pólvora la noticia de la maqueta y la demanda nos sorprendió realmente.
Es difícil hablar de evolución cuando la «criatura» aún sigue viva, pero podemos decir que nuestras raíces son más «crudas», más cercanas al garage-punk, Ska y el revival mod de los 80, poco a poco hemos ido tratando de alejarnos de tópicos y construir nuestro propio estilo. Decía que tenemos gustos en común, pero también nuestros gustos personales, y la mezcla y la influencia de los nuevos sonidos nos han ido llevando hacia un estilo que poco a poco va sonando a nosotros mismos. Pensamos que la búsqueda de un estilo propio debe ser el principal reto de un grupo, además de pasarlo bien, claro. Porque si no es así… se convierte en rutina, y ese es el principio del fin.
Ese disco es un hito en nuestra pequeña y humilde historia. Un grupo de Barcelona llamado Stay (que actualmente triunfa en el Reino Unido y en el circuito indie nacional) tocaba en Marbella, y buscaba un grupo que le diera cobertura. Era 2009 y Briatore ya llenaba salas, por lo que, además de equipo, suministrábamos gente a la sala (Premiere). Hubo llenazo y Briatore lió una buena. Lo contaron en su compañía y poco después nos llamaban de Barcelona, querían sacar nuestro disco. “A way of life” sale a la luz a caballo entre 2010 y 2011, y tiene una acogida sorprendente a nivel de críticas en revistas especializadas, radio y fanzines. Las redes sociales y la propia promo de la compañía nos hace subir de tercera división a segunda, y nos llaman de toda España para tocar: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Granada… Los bolos funcionan muy bien, viajamos y lo pasamos bomba muchos fines de semana, complementándolo con nuestros trabajos. Los cinco nos movemos con nuestras parejas, amigos, etc. y vemos muy claro que es un perfecto complemento, lo que mi amigo Alexandre Lacaze llama acertadamente «La vida B». “A way of life” suena bastante en radios alternativas y nos coloca en un lugar al que aspirábamos, nunca más. Digamos que llegamos a esa minoría a la que queríamos llegar, pues nunca hemos aspirado a ser grupo mass media, ni por afinidad a los gustos más comunes, ni porque nuestras profesiones y «la vida A» nos lo permitan. Es más, coincidimos en que la verdadera frescura de la música reside, precisamente, en no profesionalizarla, además de la consabida dificultad de vivir de la música en España sin ser un mero producto para mayorías con las cuales no coincidimos en absoluto en cuanto a gustos. Aunque las respetemos, claro.
Variadas, nuestros gustos son bastante eclécticos, aunque hay lugares de encuentro: la música jamaicana, el pop francés clásico, los 60’s en U.K., el revival de los 80’s (Madness, The Clash, The Specials, The Jam, The Smiths…) y sonidos actuales como Franz Ferdinand, Interpol, The last shadow puppets, The Hives…, además del inevitable e inimitable Soul y artistas como Sam Cooke, Otis Redding… o la mismísima Amy Winehouse, amante de estos sonidos que antes mencionaba.
Buena pregunta, difícil de responder. El proceso de composición se corresponde más a un estado de ánimo, de inspiración… mezclado con trabajo, que aquello de las musas no es gratuito. Por lo general alguien lleva una idea: un riff de guitarra, una secuencia de acordes con el piano, un ritmo, una frase de bajo…, comenzamos a practicar sobre esa idea primigenia y sobre ella construimos.
Hay un estudio científico que habla sobre el proceso neurológico que se desata en ese instante en el que los músicos sintonizan, llegando a un estado difícil de explicar con palabras. Supongo que será cosa del sistema de recompensa del cerebro, dopamina y demás neurotransmisores, la cosa es que se entra en una especie de trance en el que nos encontramos muy a gusto.
Normalmente, y hasta ahora, yo me encargaba de «inventar» una melodía vocal y una letra que se adaptase a esos acordes que aportábamos (a veces incluso en el propio estudio de grabación), hasta que todos nos miramos y asentimos. Los demás compañeros hacen segundas voces y completamos las armonías, y todos opinamos sobre el tipo de solo y la estructura final. Digamos que es un método muy democrático. Ahora el teclista y el otro guitarrista están empezando a escribir letras también, incluso a poner la voz principal a algún tema, algo que nos puede aportar diversidad, y que, egoístamente, me permitirá descansar más en los directos (risas).
En cuanto a dificultad, los temas «buenos» suelen salir rápido y casi solos. En cambio, nos ha ocurrido que hemos gastado tiempo y energía en temas que se han caído por su propio peso, que no cuajan. También nos ha ocurrido que canciones que en el local nos encantan, en el disco suenan desangeladas, sin saber bien por qué. Todo un misterio, pero nos encanta el proceso de composición y el de grabación posterior. Cada tema es una criatura nuestra, y todos somos autores de las mismas.
Yo personalmente creo que suena bastante británico. De hecho los textos son en inglés, básicamente porque suenan mejor, pero es posible que comencemos a trabajar algo en castellano. Es un reto, y para nosotros la música, además de hobby y diversión, debe ser un reto, una búsqueda, si no, decía antes, es rutina. Si tuviese que definirlo diría que es una suerte de garage-ska con reminiscencias sixties. Un poco enrevesado, ¿no? (Risas)
Muy bien. Tras nuestro periplo barcelonés, llegaba el momento de tomar el puente aéreo y fichamos por la compañía madrileña Liquidator Music, que editó nuestro EP en formato vinilo y CD, con ocho temas, entre los que hay una versión. Nos gusta hacer versiones, coger un tema y hacer que no se parezca al original, algo que hicimos en “A way of life” con “The Model”, y en Wake up! con un clásico de Todd Rundgren llamado “I saw the light”. Además, contamos con la colaboración de Poorhouse Rockers Soundsystem en la remezcla de un tema del disco, en lo que pretendía ser una nueva experiencia y otra vuelta de tuerca más.
Buena experiencia la de este disco, que nos lleva a tocar en festivales grandes como el Rototom Splash de Benicassim o a llevarnos alguna sorpresa en forma de «sold out» (Barcelona, Sevilla, Marbella…). Nada negativo que destacar. Grabamos videoclip, giramos en la medida de lo posible y aparecimos en blogs, fanzines y revistas de España y fuera del país (Francia, Polonia, Canadá…), con dos páginas centrales de la revista alemana Dynamite. Todo ello dentro de nuestro pequeño mundo de sonidos mods, jamaicanos, etc., que era justo lo que buscábamos. Obviamente no aspiramos a nada más. Tampoco pensamos que nuestra música y estilo pueda llegarle a una gran mayoría. Ni ganas.
Tal y como comentaba antes, la música nunca nos abandonó. En los periodos en los que no teníamos bandas de rock, era fácil vernos pinchando música en clubs y festivales, haciendo programas de música en la televisión local, participando en programas de radio… La música es uno de los pilares fundamentales en nuestras vidas. Tenemos familia, trabajo… “vida A”, y hemos encontrado la pequeña parcela, basada en grabaciones y conciertos (cuando podemos) que nos llena y satisface por completo. Aunque ya estamos componiendo los temas del que se supone será nuestro tercer disco, no pedimos mucho más que seguir viéndonos los viernes por la tarde, tomar una cerveza, charlar, reírnos de todo, asistir a conciertos, componer y tocar nuestros temas. Más que amigos, Briatore es una familia. Y la familia que toca unida, permanece unida.
Briatore son un ejemplo de esa vuelta a la esencia, sin pretensiones ni objetivos más allá de disfrutar con la música. Un ejemplo a seguir, sin duda. Y transmiten esa filosofía en cada actuación, dejando muy claro quiénes son y cómo hacen las cosas. Desde La Clave de REC, estaremos atentas a las novedades que nos traiga el conjunto marbellí.
Paula Morais
Imágenes de: Carlos Cáceres (Madison), Modulares
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