«Toda música supone un viaje, y el que vivimos en este concierto fue inmejorable.»
El pasado sábado 22 de abril viajamos muy lejos gracias a Rufus T. Firefly. El lugar de partida fue un Ochoymedio Club lleno hasta los topes de gente que venía a disfrutar de las melodías, ritmos y letras de la banda madrileña. Fue una noche esperada por todo el mundo, y nuestras expectativas se vieron superadas, y con creces.
La banda gallega Basanta fue la encargada de comenzar el viaje aquella noche. Era su primera actuación en Madrid, y desde el escenario lleno de luces nos presentaron su Maqueta Nº 1, con las canciones «Legión», «Cromestesia» y «Sacrificio». Tanto las máscaras que llevaban en el rostro como la sonoridad de su música llenaron de misterio ese inicio de la noche. Se despidieron con una canción que rinde homenaje a la madre tierra, recordando lo que decían los indios americanos: «La tierra no es nuestra, somos nosotros, que somos de ella».
Cuando acabó la actuación de Basanta, se cerró el telón y esperamos la llegada de la Magnolia de Rufus T. Firefly. Con el telón aún cubriendo el escenario, comenzó a sonar el principio de «Tsukamori», y la sala se llenó de las voces de un público preparado para darlo todo en el concierto tan esperado. Después de «El Halcón Milenario» e «Incendiosuicida», Víctor Cabezuelo, cantante de la banda, la presentó: «Somos Rufus T. Firefly, y os deseamos un buen viaje». Y es que toda música supone un viaje, y el que vivimos en este concierto fue inmejorable. Julia tocaba en la parte frontal del escenario, trayendo sus ritmos más cerca de un público fascinado con canciones como «Midori» o «Espectro».
«Todos los sueños confluyen en este lugar», reza la letra de «Último día en la tierra», y así fue durante todo el concierto, en un escenario donde el grupo nos regalaba su magia. Después de «Pulp Fiction» y «Pompeya», dedicaron «El problemático Winston Smith» a los músicos del escenario y a todos los músicos que les habían llevado hasta allí con el paso del tiempo. Luego homenajearon a los Beatles, «el grupo que lo empezó todo», y nos trajeron su versión de «Lucy in the Sky with Diamonds», coreada por todas las voces de la sala. Pero aún quedaba mucho por cantar, y entramos en la recta final de un concierto inolvidable.
La primera canción de esa última parte de la noche fue «Nebulosa Jade», y al acabar, se quedaron en el escenario solo Víctor, que se sentó a las teclas, y Julia, para recibir a Alice Wonder, que les acompañó en «Canción Infinita». Ya con la banda al completo, agradecieron a todas las personas que habían hecho aquello posible (a todos los músicos, el equipo, el público a Janet the Planet, a la sala Ochoymedio…) y se despidieron por todo lo alto con «Magnolia» y «Río Wolf», cerrando la noche y el viaje con su catarsis de sonido y luz.
«No necesito nada más, he visto toda la verdad dentro del corazón de una magnolia». Así acaba la canción que da nombre al último disco de esta gran banda, Magnolia. Después de este concierto, la sensación que quedaba era la de no necesitar nada más, y el recuerdo aún emociona. Rufus T. Firefly nos mostraron toda esa verdad a base de música, y esperamos poder viajar con su magia muchas más veces.
Paula Morais